miércoles, 28 de mayo de 2008

Tal vez me recuerden de películas como "Mis textos no tienen pies ni cabeza parte dos"

Hola, soy su amiga Alana. Tal vez me recuerden por películas como "Tengo 23 años y no sé manejar II", "Pienso que los animales son mejores que algunas personas vol. 4" y "Mi vida se rige por las reglas ortográficas parte 3".

Mucho me ha pasado desde que dejé de escribir y no pienso hacer un recuento porque pues qué hueva acordarme de todo y no voy a esperar que alguien lo lea, sobre todo porque ahora soy una mujer trabajadora y valoro el tiempo libre como la cosa más preciosa de la vida.

La verdad es que no tengo un trabajo muy matado: me deja tiempo para estudiar, hago lo que me gusta y el ambiente está chido, pero no deja de sentirse como una parte de la vida adulta a la que siempre le había huído.

Creo que uno puede darse cuenta de que ya está entrando a la fase adulta de su vida cuando la gente a su alrededor empieza a hablar ¡de bodas! y eso es justamente lo que me pasa. Tanto mis amigos como mis compañeros de trabajo están hablando de bodas y matrimonios todo el tiempo (y a mi me da mucho miedo)

No quiero dejar mal a nadie porque la verdad es que ninguna de las personas con las que estoy o hablo frecuentemente son de esas que apenas conocen a alguien y ya están reservando la iglesia y comprando el vestido. Lo que pasa es que ya estamos creciendo y, pues, la gente se casa y tiene hijos (¡guácala!) y va a trabajar, y le toca estar a lado de una practicante casi graduada como yo, que le tiene pavor a eso de la vida madura.

Creo que ya no estoy tan mal. Antes el simple hecho de pensar que algún día terminaría la carrera y tendría que buscar trabajo me ponía muy mal. Me imaginaba rondando las calles, currículum en mano, desesperada rogándole a alguien que "ándale, me veo media güey pero sí la armo".

Ya no me pasa tanto eso y no sé en qué consistió el cambio, pero qué mejor porque ya estoy a unos meses de recibir el título y, ahora sí, empezar a ver qué onda con mi vida.

Las opciones a futuro son varias y, sólo por enumerarlas en mi cabeza, las voy a escribir aquí:

1. graduarme y seguir trabajando en el mismo lugar.

2. graduarme, agarrar mi beca de maestría y seguir trabajando en el mismo lugar.

3. graduarme, agarrar mi beca de maestría y largarme a un país extraño a vivir sola sola (que no es lo mismo que vivir sola, como lo hago ahora).

4. graduarme, regresar a la casa de mis papás y buscar trabajo en mi ciudad de origen.

5. graduarme y buscar un nuevo trabajo aquí.

6. graduarme y picarme el ojo todo el día.

7. graduarme y poner un cafecito buena ondi en donde ponga música de los Beatles y todo esté adornado con muebles vintage.

8. graduarme y dedicarme a comprar ropa y cositas.

9. graduarme e irme a vivir a otra ciudad en donde no haga nada muy productivo más que viajar por el mundo.

10. graduarme y estudiar un doctorado que me obligue a dedicarme a la academia.

Son muchas opciones y muy poco tiempo para pensar qué hacer, pero lo peor está resuelto porque en mi casa creo que tengo luz verde para hacer, prácticamente, lo que yo quiera. Claro que estaría bien hacer algo productivo que me deje mantenerme solita.

Si no necesitara dinero creo que lo que escogería sería dedicarme a editar textos en alguna publicación (mi trabajo soñado) y viajaría siempre siempre siempre a lugares interesantes que tuvieran buenos centros comerciales y muchas tiendas de ropa retro. Sí, eso sería justamente lo que haría con mi vida.

Bueno, a eso le agregaría tener una pareja con la que pudiera irme de compras, a la que tampoco le gustaran los niños y amara a los animales (para poder darles de comer a muchos gatos y perros callejeros).

Aquí termina esto.




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